447 research outputs found
Caciques, Tribute and Migration in the Southern Andes: Indian Society and the 17th Century Colonial Order (Audencias de Charcas)
Andaluces en el poblamiento del Sur boliviano : en torno a unas figuras controvertidas, el fundador de Tarija y sus herederos
Tomo II ; págs. 173-20
Sound, senses, semantics: A music and movement curriculum for children with ASD in a therapeutic nursery school setting
This Integrative Master’s Project (IMP) uses a literature review of strength-based, child-centric, and behavioral to devise a 12-unit music and movement curriculum for a therapeutic nursery school setting, with children diagnosed with ASD or emotional regulation disabilities. Within those specifics, this curriculum also aims to center children’s culture and lived experience, with the goals of anti-bias education and the developmental-interaction approach in mind
De los nombres del Orinoco
Volvamos ahora la vista sobre el Orinoco —escribía Michelena y Rojas en 1867— sobre ese bello país privilegiado por la naturaleza: selvas eran sus márgenes e incultas 266 años ha, cuando se descubrió; y selvas e incultas, pero sin la población indígena que antes tenía, son las mismas que hoy existen. . . ” Podríamos exclamar otra vez como el viajero de tanto empeño orinoquense:
“Volvamos ahora la vista sobre el Orinoco”.
Dragarán su vieja boca de limos, arenas, aluviones; extraerán de sus montañas marginales millones de toneladas de hierro que seguirá la senda extranjera del petróleo; intensificarán el tráfico por sus aguas tantas veces cruzadas por las ingenuas piraguas monóxilas de los antiguos habitantes de sus márgenes; le enmendarán la estructura deltana, impidiéndole que abra y cierre caños, zurza rumbos, enmiende rutas, modifique trazados por entre la selva terminal. Y quizá comiencen a llamarle de otra manera. Ya en otras ocasiones, extranjeros codiciosos de su caudalosa riqueza lo intentaron. Por eso digamos ahora un poco de la historia de los nombres que ha tenido. Ellos son también su propia historia, la de los hombres que en remotos días cruzaron, en busca del mar, con descenso veloz, desde más allá de los raudales; la de los mansos Arawacos, artífices de esbeltas cerámicas: la de los que intentaron penetrar el secreto de sus cabeceras escondidas; la de los Caribes inestables, aguerridos, religiosos, dionisíacos; la de árboles de extrañas resinas y peces sanguinarios; la de los Otomacos geófagos y alegres.Universidad Nacional de La Plat
Ivan Jablonka, L’Histoire est une littérature contemporaine. Manifeste pour les sciences sociales
« Concilier sciences sociales et création littéraire, c’est tenter d’écrire de manière plus libre, plus originale, plus juste, plus réflexive, non pour relâcher la scientificité de la recherche, mais au contraire pour la renforcer. […] Réciproquement, la littérature est compatible avec la démarche des sciences sociales. Les écrits du réel — enquête reportage, journal, récit de vie, témoignage — concourent à l’intelligibilité du monde. Ils forment une littérature qui, au moyen d’un raisonnemen..
De los nombres del Orinoco
Volvamos ahora la vista sobre el Orinoco —escribía Michelena y Rojas en 1867— sobre ese bello país privilegiado por la naturaleza: selvas eran sus márgenes e incultas 266 años ha, cuando se descubrió; y selvas e incultas, pero sin la población indígena que antes tenía, son las mismas que hoy existen. . . ” Podríamos exclamar otra vez como el viajero de tanto empeño orinoquense:
“Volvamos ahora la vista sobre el Orinoco”.
Dragarán su vieja boca de limos, arenas, aluviones; extraerán de sus montañas marginales millones de toneladas de hierro que seguirá la senda extranjera del petróleo; intensificarán el tráfico por sus aguas tantas veces cruzadas por las ingenuas piraguas monóxilas de los antiguos habitantes de sus márgenes; le enmendarán la estructura deltana, impidiéndole que abra y cierre caños, zurza rumbos, enmiende rutas, modifique trazados por entre la selva terminal. Y quizá comiencen a llamarle de otra manera. Ya en otras ocasiones, extranjeros codiciosos de su caudalosa riqueza lo intentaron. Por eso digamos ahora un poco de la historia de los nombres que ha tenido. Ellos son también su propia historia, la de los hombres que en remotos días cruzaron, en busca del mar, con descenso veloz, desde más allá de los raudales; la de los mansos Arawacos, artífices de esbeltas cerámicas: la de los que intentaron penetrar el secreto de sus cabeceras escondidas; la de los Caribes inestables, aguerridos, religiosos, dionisíacos; la de árboles de extrañas resinas y peces sanguinarios; la de los Otomacos geófagos y alegres.Universidad Nacional de La Plat
De los nombres del Orinoco
Volvamos ahora la vista sobre el Orinoco —escribía Michelena y Rojas en 1867— sobre ese bello país privilegiado por la naturaleza: selvas eran sus márgenes e incultas 266 años ha, cuando se descubrió; y selvas e incultas, pero sin la población indígena que antes tenía, son las mismas que hoy existen. . . ” Podríamos exclamar otra vez como el viajero de tanto empeño orinoquense:
“Volvamos ahora la vista sobre el Orinoco”.
Dragarán su vieja boca de limos, arenas, aluviones; extraerán de sus montañas marginales millones de toneladas de hierro que seguirá la senda extranjera del petróleo; intensificarán el tráfico por sus aguas tantas veces cruzadas por las ingenuas piraguas monóxilas de los antiguos habitantes de sus márgenes; le enmendarán la estructura deltana, impidiéndole que abra y cierre caños, zurza rumbos, enmiende rutas, modifique trazados por entre la selva terminal. Y quizá comiencen a llamarle de otra manera. Ya en otras ocasiones, extranjeros codiciosos de su caudalosa riqueza lo intentaron. Por eso digamos ahora un poco de la historia de los nombres que ha tenido. Ellos son también su propia historia, la de los hombres que en remotos días cruzaron, en busca del mar, con descenso veloz, desde más allá de los raudales; la de los mansos Arawacos, artífices de esbeltas cerámicas: la de los que intentaron penetrar el secreto de sus cabeceras escondidas; la de los Caribes inestables, aguerridos, religiosos, dionisíacos; la de árboles de extrañas resinas y peces sanguinarios; la de los Otomacos geófagos y alegres.Universidad Nacional de La Plat
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